ZARAGOZA. Ha muerto con las botas puestas. Como el Custer de la película de Curtiz, que seguramente Alberto proyectó unas cuantas veces en aquellas viejas cabinas de proyección donde pasó tantas y tantas jornadas.
Bien es cierto que en los últimos meses no cabalgaba a lomos de brioso corcel, sino montado en una silla de ruedas eléctrica, con la que se seguía presentando allá donde se anunciaba un acto cultural. Sabía que la enfermedad le estaba minando y apuraba la vida, aplicando el lema de carpe diem, procurando estar presente allá donde se le requería.
Recordar en breves líneas su trayectoria puede resultar tarea compleja. Habrá quien lo recordará como fotógrafo -ha muerto siendo presidente de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza-, como pionero del cortometraje aragonés, como programador de cine, como proyeccionista, como crítico gastronómico, como conferenciante, como erudito cinematográfico.
Todo eso y mucho más era Alberto; los que le admirábamos y le queríamos éramos y seguiremos siendo conscientes de todas esas habilidades, pero nos acabaremos quedando con su condición de amigo.
Su sentido del humor, sus comentarios socarrones pero siempre bien fundamentados, su postura ante la vida, va a dejar poso en los que le conocimos. Va a dejar un hueco importante en numerosos estamentos: en el mundo de los fotógrafos, en el Festival de Huesca -que ya vio perder a Pepe Escriche-, donde era pionero; en Ibercaja -donde seguía programando para Zentrum-; en el Ateneo, donde dio el pasado viernes su última charla; en la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, donde en septiembre nos hablaba de los libros que marcaron su vida; y finalmente en la Tertulia Perdiguer, donde era miembro fundador y donde vamos a echar mucho de menos sus opiniones y su calidez de amigo incondicional.
Cuando le presenté en la Biblioteca de Aragón le llamé "activista cultural", y no creo haber exagerado un ápice.
Activo, porque no paró ni cuando la cruel enfermedad mordía sus carnes. y cultural porque nada relativo a la cultura le era ajeno: casi todo le gustaba y de todo entendía. Alberto era un lujo y algunos pudimos disfrutar de él.
FERNANDO GRACIA GUÍA
Director del grupo de teatro leído del Ateneo
*Obituario publicado en Heraldo de Aragón el 8 de octubre de 2009.
